jueves, mayo 19, 2005

Tiempo y Espacio

Mientras te empezás a alejar porque no tiene ningún sentido quedarte, le haces un gesto con la cabeza, como un “chau” que lleva implícita la promesa de ser el último… aunque sigue dejando probabilidades sueltas
Mirás para adelante, seguís caminando sin volver la cabeza. Mirar para atrás tendría graves consecuencias, convertirse en estatua de sal, en su estatua de sal.
Él no dice nada, no te detiene. Sigue detrás tuyo quieto en la misma posición, pero no mirás. No va a pronunciar tu nombre esta vez, no vas a retroceder.
Caminás.
Los minutos se suceden lentos, la distancia se alarga hasta una especie de infinito en el que él no dice nada y vos seguís avanzando hacia la esquina, que no se acerca, como todo indicaría, sino que sigue alejándose.
Pero finalmente alcanzas la esquina y sabés que cuando dobles la escena va a cambiar, él ya no va a seguir detrás tuyo y vos ya no vas a tener posibilidades de volver la cabeza y recomenzar.
Girás en la esquina, mientras la gente pasa a tu lado sin verte y sin que los veas. Caminas a ciegas. Así, viendo todo sin ver, no notás las baldosas sueltas y tropezás. Caes de rodillas al suelo y el dolor se mezcla. Te levantás y seguís caminando.
Bajás las escaleras en la estación. El tren ya está ahí y sin perder tiempo subís.
Te sentás de espaldas al sentido que llevará el tren, junto a la ventana. No se ve nada más que el túnel, en total oscuridad.
El dolor vuelve a mezclarse y las lágrimas ya no pueden retenerse: se resbalan por tus mejillas. Ya no sabés si es el golpe lo que duele o es el orgullo herido. El dolor se mezcla.
El tren avanza debajo de la ciudad, la distancia se alarga, las lágrimas se secan, el orgullo sigue lamentándose, las rodillas aún sangran.
Por la ventana ves las luces, la ciudad va quedando atrás, las luces se apagan a lo lejos.
Ahora sólo pensás en llegar lo más rápido posible y dejar ese día atrás. Dormir. El mañana promete ser distinto, o quizá no, quizá sólo sea un poco más igual al día de hoy, como el resto de los días.





1 comentario:

Juan dijo...

Es muy parecido a lo que había escrito yo, es verdad.

Somos tal para cual, pfff!


Y ahora vos volvés para acá, sin mirar atrás, sin mirar lo que queda allá, nada de boinas ni cejijuntos, ni botas llenas de vino ni toreros ni guerras de tomates... volves rápido.



Muchos besos, V.