martes, agosto 02, 2011

Resaca

Revisando entre mis archivos, encontré algunas de mis producciones literarias de cuando tenía unos 22 o 23 años. Entre ellas, el siguiente relato breve, que como me pareció "no tan malo" (como dice un conocido mío), decidí compartir.


AYER

El movimiento a su lado le devolvió imágenes de la noche anterior.
Esa no era su cama y tampoco era esa su habitación.
Se incorporó de golpe y quedó sentada en esa cama que no era la suya. El mareo sacudió su cabeza. Una nueva imagen la hizo estremecer y una marea de desasosiego recorrió su cuerpo. Intentó armar una unidad con las imágenes que iban apareciendo. Las imágenes estaban recortadas y parecían no alcanzar para reconstruir los hechos de la noche anterior. Pero, a decir verdad, no hacía falta una reconstrucción. Las pocas piezas del rompecabezas eran suficientes para llegar a una conclusión.
Nuevas imágenes le devolvían la visión de dos personas moviéndose con desesperación: manotazos y empujones torpes. Y sin embargo, al mismo tiempo, cada movimiento parecía milimétricamente calculado.
Poco a poco las piezas que completaban el rompecabezas iban reapareciendo, desordenadas.

Vino, Fernet, Vodka iban y venían en los vasos. El humo completaba la escena. Voces fuertes y risas sonorizaban el ambiente.Los grupos comenzaban a desarmarse cuando el reloj se acercaba a las 4:00 a.m.Y ahora ella iba hacia la puerta seguida de cerca por él. Algo la hacía tambalear y él la atajaba. Ella reía apoyada sobre él y entonces sentía su respiración en el cuello. Su risa cesaba y la respiración de él se aceleraba. Ahora sentía los dedos de él apurándose hacia su cintura, subiendo de costado, rozando levemente su pecho y volviendo a bajar por su abdomen. Una humedad tibia recorría entonces su cuello.Cerró los ojos, sus piernas temblaron y él volvió a atajarla. Esta vez, ella no río y él no respiró agitadamente sobre su cuello. Esta vez, él la hizo girar sobre sus talones y la empujó bruscamente sobre la pared a su izquierda. Esta vez, se apoyó sobre ella y su boca transitó nuevamente su cuello pero esta vez, su boca no se quedó ahí, siguió subiendo. Ella permaneció con los ojos cerrados.

Entonces se sucedieron las imágenes del final. El cambio de escenario. Ya no era el pasillo, era el lugar en el que estaba ahora. La habitación que no era la suya.

Estaba amaneciendo, pero el cuarto permanecía en penumbras. Tanteó en la mesa de luz un paquete de cigarrillos, en donde todavía quedaban dos cigarrillos y estaba el encendedor. Se levantó sin tener cuidado de no despertar a la persona que estaba a su lado y caminó a la ventana. Encendió el cigarrillo y se quedó observando los hilos de humo que salían de él.