lunes, enero 30, 2006

Tres años después

La última vez que estuve acá fue hace casi tres años (todavía no, porque fue en febrero)... se suponía que iba a volver el verano siguiente, incluso si podía en el invierno... tenía que volver rápido... me dejaba algo perdido por acá... había planes.

Pero los planes nunca salen como uno quiere y el camino se torció para otros lugares... yo no volví en tres años, jajaja... y ahora miro para atrás y me causa gracia.

Por otro lado mejor, porque disfruté más la vuelta... ver las cosas que cambiaron, las que siguen igual y que todo lo que me gustaba de este lugar que me sigue gustando.

Ahora después de caminatas por las montañas, lago, playa, acampada y más, toca volver. Pero ya no se parece a la vuelta tres años atrás. Esa vez no quería saber nada con volver. Ahora extraño muchas cosas y ya tengo ganas de volver, aunque vaya a extrañar este lugar, porque no conozco muchos lugares tan lindo como este. Ahora ya no me queda nada atrás cuando me vaya... que lindas épocas aquellas, está bueno ser pendejo y tener la cabeza llena de ideas nabas... no tener nada en qué pensar.

Y bueno... se me acaban las vacaciones afuera y seguirán en Buenos Aires, porque todavía no empiezan las clases en la facu, aunque tengo ganas de empezar.


Me quedan menos de 2 días.


Nos vemos en Buenos Aires!





jueves, enero 19, 2006

Causa, razón, motivo o pretexto (que no tengo para escribir esto)

Jueves, 19 de enero de 2006
San Martín de los Andes, Neuquén, Argentina.



Hace una semana a esta misma hora estaba en el micro viniendo para acá y leyendo el al fin acabado interminable libro de Dostoievski: Los hermanos Karamazov (recomiéndolo, dicho sea de paso).
Hoy terminé con el para nada extenso libro de D.H. Lawrence:El amante de Lady Chatterley y ya empecé con Trópico de Cáncer de Miller.
El sol en la montaña es bastante fuerte. Con tres días de sol ya estoy bien bronceada y mi nariz sigue todavía un poco colorada... soy la única soqueta de la familia que no adquiere el bronceado de una. No! nunca antes de pasar por el rojo...
El lago está frío como siempre, por ser agua de deshielo, no?, pero igual me meto (entro valientemente y salgo cagando para tirarme al sol antes de ponerme azul y completar la variada trama de coloridos por los que paso en el verano... y todo por culpa de las frías aguas argentinas).
Cuando llueve (como el domingo y hoy) aprovecho y leo más... y me quedo encerrada porque hace frío y odio el frío.
A la noche, una vuelta por el centro del pueblo. Un cafecito en algún bar... y a la cama.
Hoy no salgo a dar una vuelta por el centro, hace demasiado frío para mí. A la tarde ya hacía frío...
No sé cuando vuelvo... pero ya lo sabrán!


Salud!

miércoles, enero 04, 2006

Agrafena Alejandrovna

Me aburrí de "ekbasios" y decidí cambiar.

Gruchegnka es un personaje de la novela de Dostoievski, Los Hermanos Karamazov. Su nombre completo es Agrafena Alejandrovna y es un personaje que me resulta muy interesante. Seleccioné su apócope, para el cambio.



Cuatro años habían transcurrido ya desde que el viejo había sacado de la capital del distrito a aquella muchacha de dieciocho años, tímida, delicada, flacucha, pensativa y triste, y desde entonces había pasado mucha agua por debajo de los puentes. En nuestra ciudad no se sabía nada de ella con exactitud, y siguió sin saberse, a pesar de que muchos empezaron a interesarse por la espléndida belleza de la mujer en que se había convertido Agrafena Alejandrovna. Se contaba que a los diecisiete años había sido seducida por un oficial que la había abandonado en seguida para casarse, dejando a la desgraciada con su vergüenza y su miseria. También se decía que Gruchegnka procedía de una familia honorable y de profundo espíritu religioso. Era hija de un diácono que no ejercía, o algo parecido. En cuatro años, la desgraciada, tímida y enfermiza se había convertido en una belleza rusa, espléndida y sonrosada; en una persona de carácter enérgico, altivo, audaz; en una mujer avara y astuta que manejaba con habilidad el dinero y había conseguido reunir cierto capital con más o menos escrúpulos. De lo que no había ninguna duda era de que Gruchegnka se mantenía inexpugnable, de que, aparte el viejo, nadie había podido envanecerse durante aquellos cuatro años de haber conseguido sus favores. El hecho era indudable. Sobre todo en los dos últimos años, había tenido muchos galanteadores, pero todos fracasaron, y algunos hubieron de batirse en retirada, envueltos en el ridículo, ante la resistencia de la enérgica joven.


Fedor Dostoievski, Los Hermanos Karamazov (Parte tres, Libros séptimo, "La cebolla").





Salud!